Caminar lentamente, hasta que el paso se desvanezca entre las hojas caídas y se tiña de gris invierno el gris de tu alma disfuncional.
Respirar con presura, matar el aire que corta en pedazos la misma muerte que acecha incesante al pulmón desgarrado.
Dejar que el frío se cuele entre los hilos, que penda inerte de las hilachas laxas que conforman hoy al músculo sin vida.
Y escuchen cuidadosamente el latido desvaneciendo…
Otro corazón ha muerto.
Sinfonía inconsciente de palabras; Abstracciones que excavan el cielo
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